Ancelotti dio un toque a sus jugadores tras la inapelable derrota en el derby madrileño apelando a lo más clásico y tópico del fútbol: la actitud. Ayer, los jugadores, molestos, pidieron una reunión con el técnico italiano para exigir(se), unos a otros (se entiende), compromiso. Compromiso y actitud, dos palabras circulares, que sirven para todo, pero que nada explican.
Hace un año, facilitando las ‘7P para potenciar personas’ con los técnicos y staff de la selección mexicana de fútbol, momentos antes de comenzar el séptimo y último taller, me llegó un mensaje desde España informándome que había fallecido de un infarto mi estimado Manolo Preciado, justo un día antes de su presentación como entrenador del Villareal CF. La noticia me llenó de pena y tristeza pero, tenerle presente durante aquellas cuatro horas, precisamente en el taller del Compromiso, generó un espacio, con una energía y emoción tan cálidas, que guardo un recuerdo imborrable de aquel momento.
Si hablamos del Liderazgo como la actitud imprescindible para generar Compromiso auténtico (con ‘C’ mayúscula), siempre me viene a la cabeza la imagen de Manolo Preciado, un verdadero referente, así reconocido por todos en el planeta fútbol, incluso antes de fallecer… para variar.
A veces, utilizamos el ejemplo de los huevos con beicon para ilustrar la diferencia entre obligación y compromiso. Para cocinar este plato, ¿quién está más comprometido, el cerdo o la gallina? La gallina pone los huevos, hace lo que debe y cumple correctamente con su tarea. La gallina está implicada. El cerdo, por otra parte, va más allá de lo exigible y se deja la vida en el empeño. El cerdo está realmente comprometido. Manolo, sin duda, era el cerdo del ejemplo por excelencia.
Conocía desde hace mucho a Manolo Preciado. Ya fue una referencia en la conquista de derechos laborales para los futbolistas cuando los tiempos eran realmente duros. Los que, como él, daban la cara en aquel momento, ponían en juego sus contratos y sus carreras. Asumían grandes riesgos por los demás y se la jugaban por todos. Una vez más, Humildad y Compromiso auténtico.
Desde la distancia, le ví afrontar situaciones verdaderamente límite, ante las que un cese sería un juego de niños. Le admiré mucho como entrenador pero, sobre todo, me descubro ante la persona. La vida le golpeó con extrema dureza y él se reponía una y otra vez, con una entereza y valentía incomparables (resilencia se diría ahora). Sin rencor ni resentimiento, al contrario, contagiando a todos su increíble capacidad para disfrutar de la vida y del fútbol.
Trabajador, sensible, cercano, integro, humilde, valiente y alegre eran algunos valores que definían una personalidad arrebatadora. Manolo se dejaba la vida por sus jugadores y, cómo no, sus jugadores morían por él. Su liderazgo ha dejado huella en todos los futbolistas que tuvieron el privilegio de trabajar a sus órdenes. Él no tenía ‘gallinas’ en su vestuario.
Dos meses antes de morir, en un taxi, durante un gigantesco atasco en Madrid, tuve una larga conversación con Manolo y, hablando de lo estresante que era su profesión, le pregunté hasta cuándo tenía intención de seguir en los banquillos. Él, me miró a los ojos, sonrió y, con su socarrona voz de siempre, me respondió; “hasta el día que me muera”. Como siempre, cumplió. En nuestras formaciones de coaching y liderazgo en España siempre sale (y seguirá saliendo) el nombre de Manolo Preciado, como referente de entrenador generador de Compromiso.
La gran mayoría de los técnicos y entrenadores que acuden a nuestras aulas, de cualquier deporte y categoría, coinciden en que es, precisamente, conseguir el Compromiso, uno de los retos más importantes a los se enfrentan. Escribo Compromiso con ‘C’ mayúscula para diferenciarlo del otro compromiso, con minúscula, el que se exige y se reclama, en público y en privado, como una receta milagrosa cuando las cosas se complican.
La verdad es que me rebelo cada vez que escucho, habitualmente, declaraciones del tipo; “el equipo está muy comprometido”… “yo estoy muy comprometido”… “el Club está comprometido”. Es una palabra que, utilizada de esta manera, queda vacía de contenido, una palabra circular que, como decía al principio, sirve para todo, pero nada explica. Si no se concreta y se demuestra diariamente con acciones, decisiones y comportamientos visibles, está absolutamente desnaturalizada. Es por esto que, siempre que escucho esa declaración, me hago la misma pregunta; “realmente, ¿con qué está comprometido tu equipo?”… “¿con qué estás comprometido tú?…”
El Compromiso es necesario cuando se acaba la diversión, cuando la cosa se complica, cuando empiezan las dificultades… y, en el deporte, antes o después, cada temporada, por arriba o por abajo, siempre lo hace. Es ahí, en ese momento, cuando se descubre si hay o no hay un equipo compuesto por personas Comprometidas, al servicio de sus compañeros y del Equipo.
El Compromiso (con mayúscula) es una elección. Se trata de elegir a qué valores y a qué actitudes estoy diciendo que SÍ con mi Compromiso y a qué digo que NO. Comprometerse es un acto radical y una decisión absolutamente personal. Nadie puede obligarme y no se puede exigir… pero es imprescindible para poder aspirar a convertirte en la mejor versión del jugador y del equipo que puedas llegar a ser.
Trabajo cada semana con entrenadores y aprendo mucho de ellos. Entiendo cómo se sienten, qué piensan y cuáles son sus mayores miedos. Conozco sus dificultades, la complejidad de su tarea y soy muy consciente del desafío que supone hacer frente diariamente a su responsabilidad bajo la espada de Damocles de los resultados. Ellos saben que ya no basta con el ‘ordeno y mando’ para conseguirlos. Saben que no es suficiente con utilizar el poder que te confiere el cargo para alcanzar el máximo rendimiento de jugadores y equipos. Ya no funciona así. Lo saben bien.
Hay algunos que se atreverán a cambiar y otros que no. Los primeros seguirán adelante disfrutando de su pasión y, los segundos, poco a poco, se quedarán fuera. El cambio es inevitable. El fútbol sigue siendo parecido, pero los futbolistas son muy diferentes. Ya no se aceptan capataces ni sargentos de hierro, no es suficiente con entrenar deportistas, se necesitan, se exigen, Líderes inspiradores y al servicio de sus jugadores.
Quizá, en el mejor de los casos, a los primeros, todavía les alcanza para obtener su obediencia, por miedo a las consecuencias generalmente, pero ni de lejos les sirve para conseguir su Compromiso. Ese es un regalo personal de cada jugador y, si te lo hacen, es porque te lo has ganado. El regalo es creer y confiar en ti, para seguirte hasta el infinito y más allá. Entonces, y solo entonces, suceden cosas extraordinarias…
Imanol Ibarrondo