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Vulnerabilidad, ¿debilidad o fortaleza?

2 noviembre, 2013

NO-LO-SÉEl Diccionario de la Real Academia define la palabra vulnerabilidad como la capacidad para poder ser herido física o moralmente. Desde este punto de vista, es razonable que muchas personas consideren la vulnerabilidad como una debilidad. Son personas que tienen firmemente arraigadas creencias como: “los demás están esperando a ver tu punto flaco para atacarte”, “hay mucho tiburón esperando el momento adecuado”, «al enemigo, ni agua», “no se puede bajar la guardia, hay que estar siempre alerta”…

Por el contrario, quienes ven la vulnerabilidad como una fortaleza, creen que mostrarnos vulnerables es lo que nos hace más humanos, más cercanos, más confiables. La vulnerabilidad es precisamente los que nos permite conectarnos con los demás.

Si analizamos esta distinción desde el punto de vista de coaching, como habilidades conversacionales, podemos deducir que, las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, tienen limitado el acceso a cierto tipo de declaraciones y que mostrarán dificultades, por ejemplo, para decir “no sé”, para dar las gracias, o cuando necesiten expresar cómo se sienten, o reconocer que ellos solos no pueden y que necesitan de la ayuda de los demás.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, tienen más conversaciones disponibles. Pueden decir “no sé”, “necesito ayuda”, “yo solo no puedo”. Pueden hablar de lo que les pasa, de cómo se sienten, de lo que les falta, de lo que les preocupa, de lo que les da miedo, de lo que necesitan de los otros. Pueden dar las gracias y reconocer las virtudes de los demás. Pueden declarar admiración o deseo de emulación.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, están más cerradas al aprendizaje, les falta la capacidad para decir “no sé”, “necesito ayuda”, dos declaraciones fundamentales para iniciar cualquier proceso de aprendizaje. El desarrollo, la evolución personal y profesional, es más difícil cuando alguien se dice a sí mismo “ya sé”, “no necesito ayuda de nadie”. Por otra parte, con estas actitudes, los otros reaccionan desvinculándose y mostrando poco interés por ayudar, por dar un consejo o un feedback. “Si ya lo sabes todo, adelante, verás cómo me voy a reír cuando te equivoques”.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, están más abiertas al aprendizaje, porque son capaces de tener las conversaciones necesarias para reconocer sus dificultades, para pedir ayuda y, sobre todo, para aprender de todo lo que los demás tienen para ofrecerles. Cuando nos encontramos con personas que muestran esta actitud, lo más probable es que nos mostremos mucho más abiertos a compartir nuestras experiencias, a enseñarles. Y seguramente nos mostraremos más comprensivos cuando cometan errores.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad viven el error de una forma muy negativa, procuran esconderlo, que no se vea, que nadie se dé cuenta. “Si me descubren, me van a machacar”. En algunos casos, encontramos personas que resuelven esta dificultad para afrontar los errores, negándoselos incluso a sí mismos: “Yo nunca me equivoco”, “Yo siempre tengo razón”.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, no necesitan esconder sus errores, los afrontan con humildad, los aceptan como una oportunidad para aprender, no como un fracaso. Saben que todo el mundo se equivoca alguna vez, que errar es humano.

Las personas que creen que vulnerabilidad = debilidad, generan más antipatía a su alrededor. Los demás ven claramente sus dificultades (aquellas que tanto se esfuerza en ocultar son precisamente las más evidentes), pero juzgan prepotente, vanidosa o poco humilde su actitud. Por eso, cuando tienen un fallo, los demás se alegran e incluso lo celebran. ¡A fin de cuentas es de carne y hueso, como todos! Esta reacción vengativa de los otros, tiene el efecto de reforzar todavía más la creencia de origen: “¿Lo ves? los demás esperan ver mi punto débil para atacar”. No se dan cuenta de que es precisamente esa creencia la que genera la reacción de los demás y no al contrario.

Las personas que creen que vulnerabilidad = fortaleza, generan más simpatía a su alrededor. Los demás ven claramente sus dificultades pero también ven que las afronta con honestidad y con humildad, que están abiertos a aprender y a pedir ayuda. Por ese motivo, cuando tienen un fallo, una limitación o una necesidad, no intentan negárselo ni lo ocultan ante los demás y, con esta actitud, encuentran más comprensión y solidaridad.

Artículo de Myriam Sáez de Ocáriz

Llevando esta distinción al mundo del deporte, un/a entrenador/a tendrá notables dificultades para alcanzar un liderazgo auténtico sin tener en cuenta estas reflexiones. Un técnico que no dispone de las habilidades conversacionales necesarias para decir “no sé”, “necesito tu ayuda”, “yo solo/a no puedo”, “gracias”, “admiro lo que haces”, “Tengo dudas”, “Estoy preocupado/a”, etc., tendrá seguramente bastantes complicaciones para liderar equipos: dificultad para hacer reconocimientos auténticos, para conectar emocionalmente y con fuerza con grupo, para manejar sus emociones y las del equipo, para transformarlas, para gestionar con serenidad los errores, para empatizar y ponerse en los zapatos de sus jugadores/as, para entusiasmar, para crear visiones inspiradoras y compartidas con el grupo, para ser curioso/a, para preguntar y para escuchar, para estar abierto/a y disponible, para generar equipos responsables y comprometidos, para estar realmente al servicio de sus jugadores/as y de su equipo, en definitiva, para Liderar.

Por otra parte, su imagen pública, la percepción que los demás tendrán de él/ella, será la de una persona fría, distante, desvinculada, poco interesada por lo que los otros tienen para ofrecerle, poco abierta a escuchar a los demás, autoritaria, poco dispuesta a valorar otros puntos de vista, otras formas de hacer las cosas. Por todo esto, la capacidad de las personas para abrirse, exponerse y mostrar su vulnerabilidad, es una competencia fundamental en el desarrollo de las habilidades de liderazgo.

Considerar la vulnerabilidad como una fortaleza, no quiere decir que tengamos que afrontar la vida desde la total desprotección, en todos los ámbitos y en todas las situaciones. Significa, más bien, aceptar el hecho de que somos humanos, vulnerables, que tenemos puntos débiles, que cometemos errores y que podemos vivir con todo esto de una manera mucho más fluida y natural, con menos miedo, para comprobar que, al hacerlo, nos vinculamos más a los demás y la cosecha que recogemos es mucho más rica. Por el contrario, mantener la idea de que lo mejor es intentar ocultar nuestra condición humana, que no se nos vean las debilidades, es una creencia que limita mucho nuestras conversaciones, nuestras posibilidades y nuestra manera de ser y de estar en el mundo. ¡Atrévete!

Imanol Ibarrondo