Es obvio que el verdadero problema del enfermo sigue sin resolverse. De momento, futbolistas y patronal han decidido ponerle una tirita para parar la hemorragia. Pero el fútbol estatal sigue muy grave y la AFE ha desperdiciado su última bala. La próxima convocatoria de huelga que proponga el mediático Rubiales (sería la sexta en año y medio) tendría peor acogida y menor respaldo, tanto fuera como dentro de su colectivo.
Tampoco se sabe cómo se pagará la deuda pendiente con los jugadores: al principio eran 52 millones de euros, luego 35 y, finalmente, ni se ponen de acuerdo en la cantidad. Sorprendentemente, no hay información sobre los términos del acuerdo, pero entiendo que los clubes no pondrán ni un euro más de la propuesta inicial que plantearon a la AFE (10 millones de euros anuales de fondo concursal). Creo que no lo harán porque no tienen un duro en su gran mayoría (en caso contrario, no estarían en concurso) ni nadie a quien pedirlo (los bancos ya ni les abren la puerta).
Además, quienes gestionan adecuadamente no están dispuestos a seguir financiando los desmanes de aquellos clubes irresponsables que han generado esta situación, adulterando incluso gravemente la competición. El caso del Athletic con la venta de Aritz Aduriz es significativo por sangrante. Lo traspasa al Mallorca y no cobra porque el club bermellón insta el concurso voluntario. Mientras tanto, Aduriz marca goles contra el Athletic que le quitan plaza europea al equipo bilbaino en beneficio de su nuevo club. El Mallorca vende al Valencia al jugador y se queda con la tela. Y, por último, el Athletic tuvo que pagar a escote la deuda del club balear con sus futbolistas, entre ellos con Aduriz. Un ejemplo claro del esperpento en el que se mueve la mejor Liga del mundo.
Dicen que el Senado aprobará en septiembre una modificación de la ley concursal, en su aplicación al ámbito deportivo, que descenderá al club moroso aunque inste el concurso. No lo veo yo tan claro. La propia naturaleza del concurso defiende la viabilidad de la empresa (el club) manteniendo su actividad con el aplazamiento y la renegociación de las deudas (quita y espera). Si desciende por no pagar estando en concurso, esta ley no tendría sentido ya que los clubes perderían sus ingresos y deberían ir directamente a liquidación. Otra tirita.
La cirugía profunda y definitiva sería la entrada en vigor inmediata del fair play financiero en los clubes (equilibrio presupuestario), una medida que comenzará a aplicar la UEFA a partir del año próximo y que fue propuesta por la AFE hace ya 6 años. La aplicación incluye sanciones deportivas y económicas ejemplares a los clubes incumplidores.
En esta Liga de siesta y pandereta, donde al tramposo se le reconoce como virtuoso, a ver quién es el cirujano que se atreve con tan delicada operación. Entiendo que la LFP obligará a la AFE a hacer un frente común para sacarle pasta a papá Estado. Por una parte, exigiendo mayor participación en el reparto de la recaudación de las quinielas. En lugar de destinar una parte del dinero a mejorar instalaciones, se lo daremos a los clubes para que lo vuelvan a despilfarrar (pagamos todos). La segunda, presionando al Gobierno para que elimine la ley de interés general que obliga a emitir un partido en abierto.
Así, quien quiera ver fútbol, a pasar por caja (volvemos a pagar). Lo dicho, tengo la impresión de que esta farra que se han corrido entre la AFE y la LFP nos va a salir una pasta a todos. A la AFE no le queda más remedio que plegarse a las exigencias de la LFP porque ha perdido algo que ha sido santo y seña del sindicato desde su fundación: su independencia.
Ahora es la patronal de clubes la que, a través del Fondo Estructural incluido en el Convenio, paga una cantidad anual a la asociación para afrontar sus gastos, que han crecido en 2,4 millones de euros desde que la nueva Junta Directiva, presidida por Rubiales, decidió, vulnerando los estatutos de la asociación, adjudicarse un sueldo para él y para todos sus integrantes. Ya se sabe: quien paga, manda. Paga la LFP, mandan los clubes.
Visto lo que está pasando y lo que viene, al colectivo de futbolistas se le presenta una excelente oportunidad para dar un gran paso adelante. La creación de un Fondo Solidario para hacer frente a posibles impagos sería una respuesta realmente comprometida para unir, reforzar y cohesionar un colectivo con diferencias siderales entre unos pocos y la gran mayoría. Los que no tienen problemas necesitan de los demás para poder seguir jugando y cobrando.
Crear un Fondo con el 0,7 por ciento de los contratos de cada futbolista y el 0,7 por ciento de cada traspaso supondría acumular casi 10 millones de euros al año para atender a las reclamaciones pendientes de los colegas perjudicados, así como para invertir en los procesos de formación continua y reinserción de los jugadores tras su retirada (la primera plantilla del FC Barcelona ya destina un 0,5 por ciento de sus contratos para la asociación de exjugadores blaugranas).
Tampoco es la solución definitiva, pero sí sería una magnífica y ejemplar medida de un colectivo acusado siempre de insolidario, egoísta y poco sensible hacia la realidad ajena al fútbol. Con la que está cayendo, es un buen momento para comenzar el aterrizaje.
Imanol Ibarrondo
Nota: post publicado como artículo en el periódico Deia de fecha 28 de agosto de 2011