Archive for the ‘Esencia’ Category

Energizol

11 diciembre, 2010

Escucho decepcionado por la radio la detención de Marta Dominguez y las implicaciones de la operación Galgo. Los expertos analizan los motivos que puedan explicar cómo una atleta de élite puede tirar por el desagüe toda su carrera, su imagen pública, su prestigio e incluso su futuro en el deporte que ama y al que ha dedicado toda su vida.

Aducen que en esta sociedad, también en el deporte, se  busca el éxito fácil, el triunfo sin esfuerzo, inmediato y se valora únicamente al ganador. Tomamos café express, sopa instantánea, tenemos Google, Internet, Facebook, todo rápido y al instante. Lo queremos todo ya.

Aunque el público en general lo desconozca, los deportistas viven ansiosos, angustiados, presionados y, en general, disfrutan muy poco de su privilegio. Así son las cosas. La mayoría considera que solamente vale ganar. Incluso de cualquier manera. Discursos como ‘ganar es lo único que importa’ confunden y no son toda la verdad. Ganar es importante, sin duda, pero hay mucho más.  De hecho, me atrevo a decir que, en la victoria, realmente, no hay nada.

Lo único auténtico que te queda después de ganar, cuando acaban las celebraciones, el baño de multitudes, el dinero y el reconocimiento público, es la persona en la que te has convertido para hacerte merecedor de esa victoria. Eso es lo que hay. Descubrir cómo has crecido, cómo has mejorado, qué has aprendido y qué nuevas habilidades o capacidades has sido capaz de desarrollar y de integrar en ti. Ese es el único y verdadero éxito. Ser capaz de ser mejor cada día o en cada competición hasta convertirte en el mejor deportista que puedas llegar a ser.

Disfrutar de la íntima y genuina satisfacción de saber que has sido capaz de superar todos los obstáculos y dificultades, de no haberte rendido, de perseverar, de mantener la ilusión ante la diversidad, de superar la presión, de cuidar tus emociones y tus pensamientos, en definitiva, de crecer. Eso es ganar y, para eso, no es imprescindible quedar primero. No te llevarás la gloria pero sin duda, habrás ganado.

Para conseguirlo, es imprescindible vivir conectado a tus valores auténticos y a los de tu deporte, a tu esencia, a lo que realmente eres y te hace sentir pleno. Definir también una Visión y un propósito que sirvan de brújula y faro para tu carrera. Descubrir quién eres y qué es lo que realmente quieres te dará la energía, la vitalidad y la ilusión que necesitas para sacrificarte, esforzarte y perseverar hasta estar en condiciones de alcanzar tu sueño. Y, si no lo alcanzas, podrás mirar para atrás y ver dónde estabas y hasta dónde has llegado antes de seguir hacia adelante con una sonrisa iluminando tu espíritu. En Incoade, a esa energía la llamamos energizol. No viene de fuera ni es sintética. El depósito está en el interior de cada uno. Tan solo hay que mirar hacia dentro para descubrirlo El energizol es gratis, inagotable, está siempre disponible y, aunque los síntomas sean de alegría, vitalidad, fuerza y coraje… no da positivo. 

Imanol Ibarrondo

Sangre, sudor y lágrimas

5 diciembre, 2010

Acabo de leer una novela histórica que ilustra cómo se desarrolló la Primera Guerra Mundial, incluso en el frente de batalla. Entre otras cosas, describe con mucho detalle las emociones, sensaciones y pensamientos que compartían los soldados, tristes protagonistas involuntarios en aquel sinsentido que se cobró la vida de más de diez millones de jóvenes.

Me quedé pensando en cómo me comportaría yo en una situación similar y qué tipo de persona me gustaría tener a mi lado en un momento así. Coraje, lealtad, capacidad de sufrimiento, valentía, resistencia, templanza y decisión, serían algunas de las cualidades esenciales que buscaría para compartir tan terrible experiencia. A veces, el fútbol, sin ser tan trágico, también puede convertirse en una guerra interesada que te pilla en medio.

Conocí personalmente a Carlos Gurpegi afrontando, posiblemente, una de las situaciones más difíciles y comprometidas de su vida. Siendo yo vocal de la Junta Directiva de AFE, saltó el escándalo de su positivo. Tras una espera prudente con recursos, apelaciones, condenas y demás zarandajas legales, la sanción se hizo firme y le obligaron a parar durante dos años.

En aquel tiempo tuve el privilegio de conocer a su familia. Fuimos invitados varias veces a comer a su casa de Andosilla. Menestra, alcachofas, pimientos y espárragos de su propia huerta eran los manjares con que nos obsequiaban. Curiosamente, absolutamente todo lo que servían en la mesa, incluido el vino, eran productos ecológicos (paradojas de la vida). Y de postre, teníamos lágrimas. De su familia. Derramadas por la injusticia y la impotencia ante un castigo (no solamente la sanción) desmesurado, inmerecido e imposible de aceptar con serenidad.

Entretanto, Carlos parecía un espartano. Inasequible al desaliento y enfrentando decidido su imprevisible destino. Ni una mala palabra, ni una acusación pública a nadie, siempre con una sonrisa que ofrecer, volcado en acciones solidarias, desdramatizando, relativizando, madurando y, en definitiva, tomando consciencia de que la vida es mucho más que fútbol.

Y volvió. Acelerado, como queriendo recuperar en cada balón los dos años robados. Jugaba descontrolado, no medía bien, sin pausa, sin tiempo, sin confianza. Él no la tenía y tampoco se la daban. Se volvió a romper la cara. Otra vez. Más sangre. Esta vez, traumatismo craneoencefálico y doble fractura de nariz. Antes ya se había partido la mandíbula. Le visité en el hospital. De nuevo, una sonrisa. «Todo esto pasará«, decía él.

Mientras tanto, toneladas de esfuerzo, sacrificio, sudor a raudales, entrenamientos al máximo, referencia de implicación y compromiso para todos. Sigue recibiendo más cariño y admiración que nadie y, doy fe, también el reconocimiento silencioso de todo el planeta fútbol a su formidable carácter forjado a base de coraje para afrontar la adversidad.

Esta semana se cumplen ocho años desde que se confirmó el fatídico positivo y, además, Carlos visita el estadio en el que comenzó su calvario, marcando dos goles. Más paradojas de la vida.

Recuerdo un titular de prensa en una de sus entrevistas durante su castigo. Decía: «Volveré siendo mejor«. Ese fue su ambicioso reto y a ello se dedicó en cuerpo y alma: a profundizar en su autoconocimiento, a descubrir nuevas perspectivas de su realidad, a conectar con su esencia y con sus valores auténticos. A cuidarse y a quererse más. A crecer.

Tengo claro que el gran jugador que estamos disfrutando esta temporada es fruto de este proceso y de la determinación y voluntad con las que peleó por no rendirse, por no permitir que otros decidieran su destino y por atreverse a descubrir sus propios recursos para alcanzar su Reto.

Gurpegi mantiene intactas la intensidad, la valentía, la nobleza, la resistencia, la solidaridad y la agresividad que tenía antes y, además, les ha sumado la pausa, la confianza y la seguridad necesarias para atreverse a pedirla, pararla y jugarla con criterio. También conserva su llegada al gol complementada con golazos de fuera del área y, sobre todo, está feliz. No hay más que ver cómo celebra sus goles con la alegría de un niño.

Un carácter guerrero, noble y humilde forjado a base de sangre, sudor y lágrimas. Desde luego, si el partido de hoy se planteara como una de esas grandes batallas antiguas europeas, qué gran suerte tener en tu bando al jugador que mejor identifica, sin duda, el espíritu y los valores auténticos del Athletic.

Imanol Ibarrondo

Nota: post publicado como artículo en el periódico DEIA de fecha 5 de diciembre de 2010

Me da alas

17 noviembre, 2010

Si hubiera que contar una historia esta semana para definir la Plenitud sería, sin duda, la que ha acabado con Vettel como campeón del mundo de F1 y con su escudería, Red Bull, con el título de constructores. Un equipo nuevo, sin vicios, sin intrigas, sin trampas, haciendo de la deportividad una bandera y una forma de vida. Creo que la marca Red Bull ha ganado más con la manera en que lo ha conquistado que con todas las campañas de publicidad y marketing que pudiera inventarse.

Les han insultado, les han querido humillar, les han dicho que no saben de qué va ésto, que iban de farol, que todo era una pose y que al final, como todos, harían trampas, se saltarían las reglas y habría órdenes de equipo. La única duda consistía en saber si iban a disimular.

Han estado semanas soportando todo tipo de críticas, mientras defendían públicamente su respeto a las reglas y a sus dos pilotos.

Dicen que la Plenitud es un acto radical. Hace falta mucho valor para atreverse a actuar conforme a unos valores que definen lo que eres, que forman parte de tí y que constituyen tu esencia como persona o como equipo. Me puedo imaginar cómo pueden sentirse hoy todos los integrantes de Red Bull, desde los dueños, hasta el último mecánico. Es muy posible que todavía estén levitando (para ellos es fácil  😛 ).

La satisfacción y el enorme orgullo de pertenecer a un equipo campeón que respeta los valores de deporte y que está conectado a ellos hasta el final, quizá sea lo máximo a lo que pueden aspirar un deportista y un equipo.

Ganar es una cosa y sentirse pleno es otra que puede ser bien distinta.

Es emocionante presenciar cómo en el máximo nivel, donde la cantidad de dinero, intereses y presión es descomunal, todavía existen personas y equipos que son capaces de vivir y actuar tan enchufados a los valores esnciales del deporte.

Hasta ahora, nunca he comprado una lata de Red Bull, pero os aseguro que hoy mismo me beberé uno con agrado. Lo haré con calma, disfrutando de la satisfación de colaborar, aunque sea un poco, con un equipo tan ejemplar. A ver si se me pega algo.

Imanol Ibarrondo

Re-Vivir

9 noviembre, 2010

Este fin de semana he tenido el privilegio de compartir con otros 4 ex futbolistas amigos míos y sus familias unos días muy especiales en una enorme y completísima casa rural, cerca de El Escorial. Tres días en los que volvimos a disfrutar jugando como niños.

Hicimos rondos a un toque con caños y ovaciones, nos tiramos horas con apasionantes partidas de dominó por la tarde y de pocha por la noche, disfrutamos con interminables partidos de fútbol-tenis, vimos y comentamos juntos fútbol en la tele y jugamos unas intensas partidas de futbolín. Nos iba la vida en todo, como siempre. Barbacoas, paellas, cerveza sin parar… reviví sensaciones de hace 20 años.

Un fin de semana que pasa directamente a mi galería de experiencias memorables. Me sirvió para recordar que la amistad, el sentido del humor y la diversión son valores que conectan profundamente con mi esencia y que debo  hacer cosas para tenerlos más presente cada día.

Por cierto, viendo jugar al futbolín a algún colega, me recordó mucho a este espectacular anuncio de Nokia que comparto con aquellos que todavía no lo conozcáis.

Imanol Ibarrondo

Energizol: dosis de automotivación y respeto

3 noviembre, 2010

Mourinho dice que es tarea de Benzema encontrar la motivación necesaria para volver a ser el jugador del Lyon que fichó el Madrid hace dos temporadas. Él tan solo es un colaborador en este proceso, siendo el francés quien debe conectar con sus propios recursos. 

Estoy plenamente de acuerdo con esta afirmación. No creo en la motivación externa como herramienta permanente para que un jugador alcance su máximo rendimiento. Sí puede ser un detonador, una especie de despertar pero, a partir de ahí, cada uno debe encontrar en su interior su propio ‘energizol’ (motivación). Ser capaz de descubrir qué es lo que realmente quiere, en qué jugador desea convertirse, qué le da la energía y la vitalidad que necesita para impulsarle a avanzar con determinación hacia sus objetivos.

Creo que, hasta el momento, Mourinho ha estado utilizando los medios de comunicación para mandar mensajes retadores y motivadores al jugador francés. Parece que no han funcionado mucho. Recuerdo casos similares (Clemente llamando Fernandito a Llorente) con resultados parecidos. Quizá sea un buen momento para cambiar de estrategia trabajando con el jugador hacia dentro en lugar de hacia fuera.

Por otra parte, Del Bosque, una vez más (y ya son muchas) ha dado una nueva muestra de sabiduría y sentido común en una entrevista publicada por la UEFA. A la pregunta de qué cambiaría en el fútbol si tuviera el poder necesario para hacerlo, respondió que prohibiría terminantemente a los jugadores y técnicos hablar públicamente de los árbitros. Eso es lo que cambiaría. Algo tan sencillo como Respetar, de verdad, a los árbitros. Una vez más, habla de estar conectado a la esencia del juego viviendo con intensidad uno de los valores más importantes para poder conseguirlo; el Respeto.

Al hilo de esto, llega la decisión de la UEFA de sancionar con dos partidos de suspensión al portero del Barcelona, Pinto, por su acción antideportiva contra el Copenhage de la pasada jornada de Champions. ¡Bien¡ Lo celebro. Es una buena noticia. El ‘Fair Play’ no puede ser solamente un concepto de marketing para vender imagen. Se trata de acciones y comportamientos concretos que hay que identificar, corregir, sancionar ó, en su caso, destacar, alabar y premiar.

Hace un año, la UEFA suspendió con dos partidos al delantero brasileño del Arsenal (Eduardo) por simular un penalti. Nadie se rasgó las vestiduras. Tampoco ahora con Pinto. No pasa nada por denunciar los comportamientos tramposos. Al contrario, somos mayoría quienes defendemos el ‘juego limpio’ como elemento fundamental de la esencia del juego.

Imanol Ibarrondo

El coleccionista

6 octubre, 2010

Se me pusieron los pelos de punta viendo ayer algunas de las violentas entradas que salpican la trayectoria profesional de Nigel de Jong, el mediocentro holandés que agredió a Xabi Alonso en la final del Mundial. A sus todavía 25 años, ya ha fracturado tibia y peroné a dos colegas. Esas son las televisadas, supongo que coleccionará muchas más en su particular museo del terror.

Lo más doloroso es lo desmedido e innecesario de sus acciones. No pienso en mala voluntad, sino en una falta total de autocontrol. Quien actúa de esta manera, se convierte en un peligro para sus compañeros y para el fútbol.

Tampoco es normal que, quien tiene la desgracia de provocar una fractura tan grave a otro futbolista hace menos de 6 meses en un partido amistoso, no tenga la más mínima capacidad de reflexión para modificar y corregir sus comportamientos e impulsos violentos.

El fútbol no es una guerra y no hay que matar a nadie. Las frases dramáticas del estilo ‘nos jugamos la vida’, ‘hay que ganar por lo civil o por lo criminal’, ‘es un partido a vida o muerte`…,  tampoco ayudan a los jugadores a tener una perspectiva adecuada y equilibrada que facilite distinguir entre agresividad y violencia.

Creo que De Jong necesita coger distancia, adquirir otra perspectiva del juego y bajar de revoluciones para poder jugar al fútbol sin poner en grave riesgo de lesión a sus rivales y colegas.

Así parece que lo ha entendido también el seleccionador holandés, que le ha desconvocado para los próximos partidos internacionales, en una valiente decisión, sin precedentes en el fútbol mundial.

Seguramente, habrá sido difícil tomar esta medida contra alguien que ha peleado contigo y con el que has sido sub-campeón del mundo hace tan solo un par de meses, pero Holanda demuestra, con esta admirable e insólita determinación, que no vale todo para ganar. No todo está permitido. No hay atajos para ganar.

La ‘naranja mecánica’, reconocida históricamente en el fútbol por su valores de respeto al juego, a los contrarios y a las normas, no puede admitir que De Jong atente, repetidamente, contra su esencia. Después de las feroces críticas que recibió por su comportamiento violento e impropio en la final del mundial, la selección holandesa acaba de dar una lección magistral de lo que supone tomar consciencia de qué es su selección, qué es importante para ellos, cuáles son sus valores auténticos, cómo quiere que se le reconozca y actuar en consecuencia. Eso, en Coaching, lo llamamos ser coherente y tiene un enorme impacto.

El respeto a los contrarios es un valor esencial del juego y, dentro de este valor, la integridad física de los rivales está por encima de cualquier cosa. Atentar gratuita y repetidamente contra ello, es poner en riesgo la esencia del propio fútbol. No hablo de provocar una lesión en una disputa. Eso forma parte de un juego de contacto intenso y agresivo como es el fútbol. Me refiero a la imprudencia temeraria continuada.

En contraposición al jugador holandés, tenemos otro futbolista en esta Liga que también tuvo la desgracia de fracturar tibia y peroné a un colega y que, casualmente, recibió ayer el Premio MARCA Puerta-Jarque al ‘Juego Limpio’.

Gorka Iraizoz y el lesionado, Luis Filipe, han demostrado que, a pesar de que las lesiones graves pueden suceder, también son excelentes oportunidades para sacar a relucir los mejores valores personales de cada uno, dando ejemplo de lo que debe ser un comportamiento deportivo, tanto dentro como fuera del campo. Enhorabuena a ambos. 

Imanol Ibarrondo

Determinator

16 septiembre, 2010

Sé que son muchas las cualidades que adornan la figura de Rafa Nadal; humildad, coraje, esfuerzo, sacrificio, ambición, sencillez, respeto y  demás calificativos son cualidades perfectamente reconocibles en el tenista manacorí. Todas ellas son fundamentales, pero hay una que me llama poderosamente la atención y que, en mi opinión, marca la diferencia en los momentos decisivos de los partidos importantes. Es su enorme determinación para ganar.

Es ahí, cuando al resto de los mortales se les encoge el brazo por miedo a fallar, cuando surge con fuerza ‘determinator’. La noche del domingo, viendo la final del USA Open, pude comprobar de nuevo cómo su figura se agranda en esas jugadas claves, apreciándose con nitidez su enorme deseo de ganar. Es precisamente en ese momento cuando se saca aun ‘ace’ ganador o mete un pelotazo desde el fondo de la pista que deja sin respuesta a su oponente. Ahí es cuando él, a diferencia de la mayoría, arriesga, se crece y supera sus límites, una y otra vez.

¿De dónde saca esa determinación para ganar? ¿De dónde viene ese valor para arriesgar?  ¿Por qué los deportistas tienen miedo a ganar? ¿Qué es la presión? ¿Por qué se falla tantas veces el golpe decisivo, el tiro libre del último segundo o el penalty de la victoria? ¿Unos tienen deseos de ganar y otros no?  ¿Se puede aprender?  ¿Y mejorar?

Revisando el muy recomendable libro de Timothy Gallwey (El juego interior del tenis), he llegado a la conclusión de que Rafa Nadal ha descubierto el sentido auténtico de la competición que detalla el referido autor. Él es muy consciente de que tanto en la victoria como en la derrota, no está en juego su valía como persona. No es rehén de esa creencia limitante tan extendida, bajo cuya perspectiva la valía personal de quien compite en tenis, o en cualquier otro deporte, depende de los resultados que obtenga. Los que están sometidos a esta creencia, que trabaja desde el inconsciente, consideran que solamente siendo los mejores, solo ganando, van a conseguir el amor y el respeto que necesitan.

Sin embargo, de esta manera, valorando solamente los logros y habilidades de las personas, se está ignorando el verdadero e inconmensurable valor de cada individuo. Quienes compiten solamente impulsados por esta creencia están poseídos por un afán de triunfo desmedido que eclipsa todo lo demás. Su discurso es repetitivo y reconocible; soy un ganador nato, he ganado en todos los equipos en los que he estado, solamente me interesa ganar…. La tragedia para estas personas es que, aunque alcancen el éxito en la victoria, no encontrarán ahí la plenitud, la seguridad, la confianza o, incluso, el respeto que realmente andan buscando.

Eso en el mejor de los casos. Porque, en caso contrario, si además no ganas, es cuando se te cae el mundo encima. El miedo se apodera de ti y la parálisis, los bloqueos y demás pensamientos poco recomendables (no valgo para nada, soy muy malo, no voy a poder, qué van a pensar, no me lo merezco…) hacen el resto.

Identificar lo que yo soy realmente, mi yo auténtico, con los resultados que obtengo en el deporte es una creencia muy limitante para poder alcanzar el máximo rendimiento disfrutando plenamente del juego.

Es por ello que, a veces, cuando estás para ganar, en el momento decisivo, en el partido clave, se apodera de ti el miedo a ganar porque consideras, desde esta perspectiva absolutamente inconsciente, que le vas a infligir al contrario el mismo daño y dolor que la derrota te produce a tí… y te sientes culpable… y fallas. Puede que no sea un pensamiento consciente pero que está ahí, dominándolo todo.

‘Determinator’, en este sentido, pertenece a otra especie. No hay más que escuchar sus declaraciones tras las victorias, el respeto exquisito que muestra hacia sus rivales, los sinceros elogios y reconocimientos que les hace e, incluso, los agradecimientos que les dirige, para entender que su deseo de ganar viene de otro sitio.

Concretamente, de entender que ganar es, sencillamente, superar obstáculos para alcanzar un objetivo. Desde ahí, su percepción de los rivales es la de personas que cooperan con él para alcanzar su objetivo. Cuanto mejores son sus oponentes, más le ayudan. Gracias a ellos, consigue mejorar cada día, superando sus límites y convirtiéndose en el mejor jugador de tenis que podría llegar ser.

Desde esta potente perspectiva (de nuevo, coopetir), Nadal no tiene miedo a ganar y no se le encoge el brazo en el momento definitivo. No está destrozando a nadie, ni perdiéndole el respeto, ni se pone en duda la valía personal de su adversario. Bajo esta idea, nadie es derrotado. Ambos se benefician por los esfuerzos que han realizado para superar los obstáculos presentados por el otro. Los dos jugadores se hacen más fuertes y cada uno participa en el desarrollo del otro.

Visto de esta forma, Nadal les hace un favor esforzándose al máximo y obligando al contrario a dar lo mejor que tenga. Eso es lo que espera él de sus rivales y por eso, se lo agradece públicamente en las grandes finales. No hace falta convertirse en un matón arrogante y vanidoso que humilla y aplasta a los demás para convertirse en un ganador. Tan solo hay que entender que aplastar a los demás no es de lo que se trata.

Una vez definido el objetivo (Ganar el partido o el torneo), quizá el secreto sea no preocuparse por el resultado final, algo que realmente escapa a tu control y genera por lo tanto grandes dosis de ansiedad, sino en centrar toda tu energía y atención en cada punto y en cada jugada. Hacer el máximo esfuerzo para estar presente y plenamente consciente en cada acción. Ese es el Reto; superar cada obstáculo, mejorar y crecer en cada partido. La victoria es solamente el resultado natural de este proceso.

Sin duda, el coaching deportivo es la herramienta más potente para que el deportista descubra el sentido verdadero de la competición, para despertar a su ‘determinator’ y para comenzar a descubrir su verdadera identidad, de manera que, nunca más, ganar o perder un partido, ponga en duda su incalculable valor como persona.

Imanol Ibarrondo

El Arte de Entrenar

26 julio, 2010

Antes del Mundial, escribí un post (¿lideras o entrenas?) en el que hacía referencia a una reflexión que deslizó Vicente del Bosque durante la conferencia que impartió en el ‘2º congreso internacional de entrenadores de fútbol’ que organizó en mayo la RFEF.

Decía que entrenar no es una ciencia y no se aprende obteniendo el título en la escuela de entrenadores. Este es el mínimo necesario, pero afirmaba que entrenar es un arte cuya mayor dificultad reside en la gestión de las emociones (propias y ajenas) y que, para eso, son necesarias otras habilidades, competencias y capacidades diferentes a las técnico-tácticas.

Sin duda, VB ha demostrado ser un experto en el ‘arte de entrenar’  doctorándose cum laude en el Mundial. No quiero detenerme aquí para glosar la ya sobradamente reconocida figura del seleccionador (entre otras cosas porque no le conozco), pero sí quiero poner el foco en algo que me parece importante y que trabajamos constantemente en nuestras formaciones de coaching.

En mi opinión, su gran éxito es atreverse a ser quien realmente es. En cualquier circunstancia. ¡Qué difícil es eso! Actuar permanentemente respetando sus valores auténticos, aun a riesgo de sufrir importantes decepciones (p. ej. : despido Real Madrid).

Durante el Mundial, hemos podido reconocer en sus actos, en sus declaraciones, en su forma de estar en las victorias y en las derrotas a una persona coherente y digna de confianza. Podemos ver con claridad a alguien para quien el Respeto, la Humildad, la Sencillez, la Serenidad, la Perseverancia… son algo más que palabras. 

Sin duda alguna, sus grandes conocimientos de fútbol, su dilatada experiencia profesional y el formidable elenco de jugadores que seleccionó para el Mundial, han sido elementos básicos y fundamentales para alcanzar el éxito pero, posiblemente, su gran capacidad de Liderar eficazmente este excepcional grupo de futbolistas es el matiz que ha marcado la diferencia entre el éxito y el fracaso.

En mi opinión, el equipo de La Roja transmite exactamente los valores que refleja su entrenador. Sin duda, esto es así porque también los Xavi, Iniesta, Alonso, Puyol…. los viven también intensamente y los  contagian a los demás, reforzando así una Identidad de equipo muy reconocible y fuerte en base a unos valores compartidos por todo el grupo.

Es curios comprobar cómo entrenadores como Guardiola, Mourinho y del Bosque son tan diferentes entre sí y, sin embargo, comparten algo esencial que les hace muy reconocibles (además de sus éxitos deportivos). Es la Coherencia. Son muy distintos pero los tres se permiten y se atreven a ser quien realmente son. No engañan a nadie. Viven intensamente sus valores más auténticos y eso tiene un impacto formidable en cualquier grupo. Es el Liderazgo Coherente lo que les identifica y marca la diferencia. Parece fácil pero seguramente no lo es tanto.

Por nuestra experiencia en la formación en habilidades de coaching con entrenadores, éstos no buscan tanto ser como Guardiola o Mourinho o VB, ni como Rijkaard o Capello cuando ganaban en su momento. Lo que realmente desean es tener su mismo impacto en su equipo. Su capacidad de influencia en el grupo.

La buena noticia es que también esto se puede aprender y mejorar. No se trata tanto de un aprendizaje en conocimientos, sino de un viaje de descubrimiento. No miramos hacia afuera, sino hacia dentro. Descubrir qué es lo que yo tengo que me hace único y diferente. En qué soy muy bueno. Qué es muy importante para mí y es innegociable en mi equipo. Cómo lo comunico, cómo lo vivo y si estoy siendo coherente entre lo que realmente soy, lo que digo y lo que estoy haciendo.

Es durante ese proceso de descubrimiento cuando un entrenador (una persona) descubre qué es lo que realmente quiere y conecta con la energía necesaria para alcanzar sus objetivos y para perseguir sus sueños.

A partir de ahí, ya puedes incorporar actitudes o comportamientos del entrenador de éxito de referencia para ti, que comparta tus mismos valores,  para seguir creciendo y mejorando en el difícil arte de entrenar.

Imanol Ibarrondo

Zumo de naranja

10 julio, 2010

Antes de la Final, este Mundial supone desde ya el triunfo de una persona que tuvo el coraje de definir una Visión potente e inspiradora, de ponerse en marcha para alcanzarla y de persistir en el empeño. De alguien valiente que asumió el riesgo de re-inventar el fútbol. De volver a su esencia y de recuperar el disfrute como valor fundamental del juego. De jugar con el balón y alrededor del balón. De emocionar y de enamorar a todo aquel a quien apasione el juego. De hacer que el fútbol sea el espectáculo que realmente es. De no rendirse, de no conformarse, de romper los moldes y de buscar incansablemente un sentido a su vida a través del fútbol.

Esa Visión ha sido el faro que ha iluminado toda su trayectoria; tanto de jugador como de entrenador. Nunca ha desistido. Siempre se ha mostrado coherente y firme defensor de una filosofía y de una forma diferente de entender el juego. No ha destacado especialmente por su humildad, sino mas bien por ser inflexible en la defensa de unos principios innegociables, pero ejerciendo un Liderazgo inspirador y visionario sobre jugadores, clubes e incluso países. Por eso creo que hoy, antes de jugarse la Final, es ya el gran triunfador de este Torneo.

No lo ganó como jugador, tocó la Copa del 74 con la punta de los dedos, si bien, aprovechó aquel escaparate para presentar al Mundo un nuevo estilo nunca visto hasta entonces; se llamó ‘fútbol total’ y a su equipo, repleto de jugadores excelentes, la ‘naranja mecánica’.

Holanda o España será campeona del mundo. Su país natal lleva décadas jugando de la misma manera y es indudable su influencia en esa propuesta de juego, con altibajos,  tan reconocible. Quizá el zumo de esta naranja mecánica esté un poco oxidado y, de ahí, los aditivos, colorantes y conservantes en forma de excesivo rigor táctico, sin tanta movilidad y elaboración del juego y con menos brillantez que antaño. Digamos que es zumo de naranja de bote.

Por otra parte, su impacto e influencia en el fútbol de la ‘La Roja’ es total. Representa la esencia de su visión del juego en estado puro. Es zumo de naranja… natural. Un país  que ha pasado de fracaso en fracaso, de un victimismo insoportable (Tasotti,  Al Gandour, Cardeñosa, Zubi, el gol de Michel…), de la furia roja y la falta total de una identidad reconocible, a ser una referencia mundial y la envidia de todos por agrupar a un elenco de jugadores excelentes, con una fidelidad inquebrantable a una forma de entender el juego que transmite alegría, confianza, espectáculo, responsabilidad y dosis industriales de valentía, porque hace falta ser muy valiente para atreverse a mandar siempre y defender esa propuesta ante cualquier rival.

Creo que la gran mayoría coincidiremos en que, cuando juega con el nivel de autoridad, dominio y control del juego que lo hizo contra Alemania, estamos viendo jugar al equipo que mejor lo hace del mundo, el Barcelona. Y, cuando juega el Barcelona de Guardiola, hablamos de la versión corregida y mejorada del ‘Dream Team’ de Cruyff. Es la misma filosofía que sustenta un estilo atrevido y valiente, que alegra los corazones de todos aquellos que amamos el fútbol, la misma Visión compartida y sellada a fuego en quienes tuvieron el privilegio de beber de su fuente.

Dicen que Cruyff, tras los problemas cardiacos que le apartaron prematuramente de los banquillos, sustituyó el tabaco por los chupa-chups y el zumo de naranja. Me puedo imaginar al mítico, desde su atalaya en el Olimpo de los dioses del fútbol, disfrutando de su momento y paladeando un delicioso jugo de naranja para celebrarlo.

¿Será natural o de bote?

Imanol Ibarrondo

Gracias Celeste

25 junio, 2010

Para los amantes del fútbol y la literatura, quiero  recomendarles el libro de fútbol más delicioso que he disfrutado nunca. ‘El fútbol a sol y sombra’ del uruguayo Eduardo Galeano relata, con una brillantez, sensibilidad y sentido del humor insuperables, los momentos sublimes de la historia del fútbol a través de los Mundiales. Ojeándolo de nuevo esta semana, he entendido porqué Uruguay no podía perpetrar un tongo como el que, con toda naturalidad, se estaba planteando en los medios de comunicación de todo el Mundo para el Uruguay-Mexico.

Se trata de un pequeño país, de poco más de 3 MM de habitantes que defiende su identidad atrapado entre el océano y dos gigantes como Argentina y Brasil. A pesar de ello, ha sido 2 veces campeón Olímpico, 14 veces campeón de América (el que más)  y campeón del Mundo en 2 ocasiones. Una de ellas recordada por todos los apasionados del fútbol como la mayor gesta de la historia de los Mundiales; el Maracanazo, remontando un 1-0 contra Brasil, ante 200.000 enfervorecidos espectadores para proclamarse campeón del Mundo en 1950.

Uruguay lleva exportando cientos de jugadores a Europa en las últimas décadas. Hablamos en general de jugadores valientes, comprometidos, solidarios, humildes, sobrios, trabajadores, discretos y bravos que ofrecen un alto rendimiento en sus clubes. Son jugadores que entienden el juego desde muy jóvenes y que conocen y viven conectados a su esencia. Jugadores con carácter y muy competitivos.

Un país que resiste así, apretado entre dos colosos, se nutre de personas orgullosas de ser quien son, que defienden y demuestran ese carácter en cada ocasión, reflejando con claridad porqué han conseguido tantos éxitos en el fútbol, a pesar de sus limitaciones socio-demográficas. Contra Mexico, tenían de nuevo la oportunidad de enseñar al mundo cómo son y no la desaprovecharon.

Estaba en la mente de todos revivir en un Mundial el partido de la vergüenza entre Alemania y Austria del 82 que dejó fuera a Argelia, en un tongo tan descarado que obligó a FIFA a cambiar las reglas de los Mundiales poniendo los partidos decisivos de clasificación a la misma hora. Ambas se clasificaron, pero la indignidad y la vergüenza les han perseguido durante casi 30 años, hasta el punto de que, uno de los protagonistas de aquel delito, Hans Peter Briegel, ha pedido disculpas públicas esta semana por la violación a lo más sagrado del fútbol que cometieron aquel día.

El deseo de ganar forma parte de la esencia del juego desde que el juego es juego. Un jugador de fútbol, sin ese deseo, no debería ni salir al campo. Se juega para ganar. Se sale campo para alcanzar la victoria y la gloria. Eso es algo irrenunciable e innegociable estando por encima de cualquier otra consideración. Es la propia naturaleza del juego la que exige esa determinación. Ese es el motivo por el que más de 1.000 millones de aficionados, a través de los jugadores, disfrutamos intensamente del fútbol, nos emocionamos y, viéndoles jugar como niños, volvemos a ser niños. Quitarnos eso es robarnos. Es crearnos dudas sobre dónde está el límite de los intereses y conveniencias. ¿Puede ser interesante, también en algún caso, jugar para perder?. El gran riesgo de negociar con este principio básico es dejar de creer en la honestidad del fútbol y de los futbolistas y, eso, sí sería dramático.

Pactar un resultado antes de jugar es un atentado contra la esencia del juego. Es un insulto al fútbol. Es robar el alma del juego. Es deshonroso para todos los que participan en la conspiración pero, sobre todo, es indigno para los futbolistas. Creo que no son conscientes del daño que se hacen a sí mismos (que pregunten a Briegel), al fútbol y a todos los que amamos este deporte.

La Celeste volvió a dar un gran ejemplo y ganó dos veces. Ganó el partido y se ganó también, una vez más (como en la Final del 50), la admiración y el respeto de todo el planeta fútbol por un país y unos jugadores honestos, atrevidos, sin miedo y con la nobleza y el orgullo necesarios para arriesgar e ir a por la victoria con decisión y valentía.

Se juega para ganar y, alcanzar la gloria en un Mundial es, sin duda, lo máximo para un futbolista,… pero no vale todo para ganar. El respeto a los valores fundamentales del juego, como por ejemplo, el deseo de ganar siempre, es un requisito imprescindible para alcanzar tal Honor. El gran premio de la inmortalidad y el recuerdo imborrable en nuestros corazones solamente está reservado para los elegidos; para los que no cogen atajos ni hacen trampas; para los que respetan y viven la esencia del fútbol.

Imanol Ibarrondo